sábado, 9 de abril de 2011

Amor se escribe con sangre.


Lind... Jamás fue muy visitada. En su calle era la más callada, su familia, no sabía qué hacer con ella. A veces en su cuarto se escuchaban gritos hasta el amanecer. Sin embargo, en el día todo transcurría normal. Incluso parecía la niña más callada y reservada del mundo. Hablaba extremadamente poco. Y en su rostro se reflejaba la tristeza viva de una chica de apenas 18 años. Ella no pedía salir mucho, de hecho, su vida social, era inexistente, solo leía callada en un rincón de su habitación, hasta que llegaba la noche. Y en la habitación a veces, se encontraba tirada en el amanecer, con sangre por todos lados, escrito a veces en las paredes, con su propia sangre, la familia se sentía preocupada, pero creían que era normal, y que su hija era solo un tanto depresiva. Obviamente, le llevaron a un psicólogo, pero se rehusaban a creer que tenía esquizofrenia, su hija, la niña perfecta que tanto presumían tener.

Un día Lind, salió a caminar un poco por el parque, nadie en la calle le ponía atención jamás, era demasiado callada para que la notaran y no dejaba que nadie se le acerca, era en extremo tímida. Llego y se sentó al pie de un árbol. Saco de su bolsillo un libro diminuto, era de sus escritoras favoritas Nancy García El libro se llamaba El Perfume de la sangre, ella se sentía identificada con Cris, la vampira principal. Siguió leyendo en silencio mientras un grupo de jóvenes jugaban futbol americano frente a ella.

Lind, odiaba correr, le daba pánico correr, no podía hacerlo, sentía que se iba a caer, que correría y que el suelo desaparecería. Por eso siempre estaba escondida en un rincón en el gimnasio, o evitaba ir a clases de Educación Física. De igual forma, nadie notaba su ausencia. Ella solo se sentaba en un rincón a observarlos. Igual como lo hacía aquella tarde. Lind jamás se fijo en un chico en específico, ¿Para qué? se preguntaba siempre. Pero esa tarde, uno de ellos llamo su atención. Era Alto, delgado, blanco, ojos azul marino, cabello negro, daba el aspecto de ser enfermizo, pero había llamado su atención...

Ahí estaba, alejándose de su grupo de amigos, pareciera que evitaba jugar... O ¿tal vez lo excluían? Lind no pensaba en ello. No le interesaba en lo mas mínimo. Solo el aspecto físico del chico había llamado su atención. Porque para el criterio de muchas... No era atractivo. Tenía esa palidez tan extrema... esas ojeras marcadas... Lind torció la boca y con un gesto guardo su libro en su bolsillo... Se levanto y con lentitud volvió a su casa.

-¿Quién era ese chico? - Se pregunto para sí - Lo he visto en la escuela un par de veces. Pero no se su nombre... - Guardo silencio un momento. - ¿Y por qué me importa tanto además? Mejor lo olvidare. - Y siguió caminando en silencio.

Al llegar a su casa se encerró en su cuarto a escribir. Escribir con mucho entusiasmo, luego de unas horas de escribir, leyó lo que había escrito. Sus ojos se abrieron con violencia y su piel palideció en un instante, su corazón palpitaba con fuerza. Leyó en voz alta lo escrito. - Bruno Williams - En todo su cuaderno, era lo único que había escrito. Ella sabía que había escrito otras cosas. ¿Pero por que al leerlo siempre decía eso?

Se sentó en su escritorio, el cual estaba equipado con una computadora, abrió la pagina social Facebook, y busco Bruno Williams... Luego con violencia las ventanas tronaron con fuerza, Lind volteo asustada. Y con la mirada reviso la ventana... ¿Qué raro? todo se veía bien... Lind volteo luego al monitor de nuevo, y se sobresalto al ver la clara imagen del chico... firmada como Bruno Williams. - ¿Como es esto posible? - Dijo en voz alta. Luego de unos segundos... La imagen comenzó a sangrar... Las luces se fueron y Lind quedo en la oscuridad. El monitor seguía encendido. Ahí estaba la imagen de Bruno... sonriendo de forma macabra... con los ojos ensangrentados. Y comenzó a escucharse una voz...

- Conóceme - Decía el viento... - Ven acércate... - Dijo la computadora... - No te hare daño... Yo te amo - Dijo al último.
Lind comenzó a gritar con violencia, y lanzaba alaridos... - ¡Déjenme! - Gritaba... - ¡Lárguense de aquí! - Y llegaron sus padres quienes al entrar, provocaron que la luz volvería, la computadora se apago y Lind se desmayo.
Los padres de Lind la recostaron en su cama, y le atendieron como de costumbre. Pues no era la primera vez que sucedía algo parecido. La recostaron con cuidado, y le trataron hasta que se recupero por el amanecer del día siguiente. Y como de costumbre, se levanto de la cama como si no hubiera pasado nada.

Se preparo para ir a la escuela, vistiéndose, bañándose, y algo nuevo en su rutina... se maquillo. Su madre al ver la nueva actitud de su hija le sorprendió un poco... Mientras le ayudaba a arreglarse, le hacía preguntas consistentes sobre su cambio de actitud.

- Lind... ¿Por qué ese cambio tan repentino en tu forma de arreglarte? - Pregunto la madre mientras cepillaba su cabello.
- Nada, es solo que creo que hay que cambiar. - Contestó un poco molesta por la pregunta. Hizo un gemido y torció su boca y se levanto con violencia al tiempo que dijo - Ah. ¿Sabes qué? No necesito tu asquerosa ayuda. - Con violencia cerró la puerta y corrió hacia la escuela.

¿Que se creía su mama? No era nadie para mandarla. Eso pensaba ella. Era mejor alejarse de ahí, ellos solo querían hacerle daño. Al llegar a su escuela, se dirigió al baño rápidamente, y se reviso en el espejo tantas veces que las chicas que entraban le torcían la boca en señal de molestia. Pero no le importaba, es decir, Lind siempre se había ocultado... Tenía derecho a usar el espejo.

Una chica de cabellos rubios, estatura baja, ojos verdes, y un cuerpo de toda una mujer de 16  años, entro al baño con la intención de admirarse en el espejo, pero estaba siendo ocupado por Lind. La chica, para hacer tiempo, entro al baño, pero cuando salió se dio cuenta que Lind seguía ahí. Observándose mientras se acariciaba el cabello.

- ¿Que no te vas a mover? - Pregunto con un tono de agresión. Lind la miro, pero volvió a girar su cabeza sin darle mucha importancia.  - ¿Eres sorda o que, ramera mal pagada? - Le dijo con más violencia.
Lind tomo su mochila, la puso sobre el lavabo... y comenzó a buscar algo entre sus cuadernos. La chica que ya estaba harta de ella, y su indiferencia, cerró la puerta del baño, con la intención de pelearse a golpes con Lind. Sin embargo, apenas se acerco unos centímetros a ella, y esta le apuñalo violentamente en el estomago con unas tijeras. La chica aterrorizada quiso gritar pero Lind era mas inteligente, retiro con fuerza las tijeras de su estomago y con un movimiento rápido se las enterró en la boca. Muriendo la chica al instante.

Entonces Lind tuvo que actuar rápido... En el último baño escondió el cadáver de la chica... La desnudo y con sus ropas limpio la sangre. Lo más rápido que pudo. Luego, vacio la mochila del cadáver y guardo la ropa ensangrentada. Ya todos habían entrado a clases. Así que tenia un poco de tiempo más para limpiar lo que la incriminara del asesinato. La dejo ahí desnuda, se llevo ambas mochilas. Y dejo la de la chica detrás del edificio de teatro, donde se tiraba la basura, la cual recogían esa tarde. Lind acaba de hacer algo malo, en el momento, no lo sintió así, incluso lo disfruto. Pero luego la invadió la culpa, y se dirigió a su cafetería... Total. Ya había perdido medio día de clases. Se sentó suavemente en una silla apartada de las demás. Y comenzó a leer de nuevo. El mismo libro que leía el día anterior al conocer... a Bruno.
Lind leía, al tiempo que el timbre de receso sonaba. Todos los adolecentes hambrientos llenaron el espacio dedicado a comer. Y ella seguía leyendo como si nadie más estuviese ahí. Volteaba y ella veía vacio totalmente, no escuchaba nada, ni siquiera los gritos incesantes de la señora que atendía, siempre gritando lo mismo. - ¿QUE VA A LLEVAR? - Con esa voz ronca. No Lind no escuchaba nada, ni veía a nadie.

Seguía leyendo. Estaba en su parte favorita, donde la protagonista mata a los chicos, no podía evitar sonreír al imaginar cómo explotaba la cabeza de Ricardo, otro personaje de la novela. Luego, volteo por un segundo, mirando en dirección a la entrada de la cafetería. Sus ojos se abrieron con fuerza, ahí estaba, era Bruno Williams. Entrando con su enfermizo aspecto como siempre. Lind no se dio cuenta, pero comenzó a reír de una manera enferma. Todos a su alrededor la miraban como si estuviese loca, y lo estaba. Lind no los veía, pero podía ver a Bruno entrar y ver como los demás le empujaban. Pero solo lo veía a él. Entonces cerró su libro. Y camino hacia donde él estaba.

Bruno estaba completamente en su mundo. Cuando llego Lind. Se puso nervioso, una chica tan bonita jamás se le hubiera acercado a él. ¿A quién engaña? Ni siquiera las más feas, aquellas que pareciesen hombres se le acercaban. Pero ahí estaba Lind. Con su 1. 60 de altura, sus cabellos castaños claros, sus ojos miel, su piel color arena, tenía un lunar cerca de su boca, sus labios eran color carmín,  y tenía su libro en la mano derecha. Así era Lind, y estaba frente a él, mirándole a los ojos.

- ¿Comó te llamas? - Pregunto Lind violentamente.
- Bruno... - Contesto asustado y nervioso.
- Bruno ¿qué? -
- Williams.  - Contesto casi llorando.
- Oh... - Exclamo Lind en silencio.
Bruno, no sabía qué hacer uno de sus amigos, con señas le dijo que le preguntara su nombre también.
- ¿Y tu cómo te llamas? - Pregunto nervioso.
Lind lo miro, tan fríamente, que le provoco escalofríos.
- Me ten... - Bruno no pudo decirlo completo. Lind lo tomo de la mano y lo llevo a la biblioteca.
- Me llamo Lindsay James. Pero todo el mundo me dice Lind. - Dijo al tiempo que lo arrastraba a la mesa vacía más apartada de los demás.
Lo sentó a la fuerza en una silla, y mientras ella se sentaba al otro extremo, Bruno la veía sin dejar de sudar.
- ¿Por qué me trajiste aquí? - Pregunto Bruno.
- Tú me dijiste que te trajera. - Contesto Lind.
- ¿Yo? -
- Tú me dijiste conóceme. ¿No lo recuerdas? -
- Claro que no, te conocí hace 5 minutos en la cafetería. Creo que me confundes. - Le contesto. Un poco desairado, al pensar que al fin una chica se pudiese fijar en el.
- No. Bruno Williams me dijo ayer. Conóceme... No te hare daño... Yo te amo. - Lind tenía esa mirada fría de nuevo. - Y la computadora tenía tu foto. - Concluyo.
Bruno sintió un escalofrió cuando Lind termino su relato. El jamás la había visto, bueno una que otra vez, mientras comía, le llamaba la atención, pues era una chica bastante atractiva, sin embargo siempre estaba sola. Nunca paso de sentir una simple atracción hacia ella. Pero ella afirmaba que él le había dicho que la amaba.
- No... No lo recuerdas ¿cierto? - Dijo Lind con una voz sumamente inocente.
Bruno no quiso herir sus sentimientos. Siempre la había visto sola, era normal que tuviera fantasías, y que lo haya confundido. Además siendo sinceros... El también necesitaba alguien a quien querer.
- Si... - Dijo suavemente. - Si ya lo recuerdo - Gritó. - Claro mi amor, yo te amo. - Concluyo.
Lind le sonrió con suavidad. Le tomo la mano mientras decía. - Yo también te amo. - Bruno estaba extrañado. Nadie en toda la escuela le podría creer que una chica tan atractiva como Lind estuviera Loca por él.

Bruno le sonrió. Seguía sin creerlo. Aun muchas cosas eran muy confusas para él. No lograba comprenderlas.
- Tengo que irme. Mis amigos me esperan. - Dijo para despedirse. - Pero... ¿Puedo verte esta tarde? - Pregunto con la voz temblorosa.
- Claro. - Contesto Lind sonriendo con fuerza. - Te veo... ¿En el parque? - Concluyo Lind
- Si... En el parque está bien. - Sonrió Bruno mientras lentamente abandonaba la biblioteca. Aun confundido por cómo se habían dado las cosas.
Bruno llego con sus amigos que con muchas miradas ingenuas le preguntaban. - ¿Quien era ella? -
Con tono de orgullo les contesto - Esa chica, le gusto... - Hizo una pausa para sonreír. - y con fuerza.
Se escucharon las carcajadas de sus compañeros - ¿Con fuerza? - Dijo uno. - No se dice así... Si te refieres a que dice que te ama. Debe estar loca por ti. -  Bruno estaba sonriendo. - Pero sabes que no cuenta, si no te has acostado con ella. - Concluyo.- Si lo está lo hará. - Dijo otro.
- Pero... - Dijo Bruno, su sonrisa había desaparecido. - Jamás he estado con una mujer. - susurro para sí.
- ¿Y con hombres si? - Dijo burlándose un amigo suyo.
Bruno callo. No quiso seguir con esa conversación. Y siguieron hablando de otro tema al malinterpretar el silencio de su amigo.

Luego, dos amigos de Bruno se alejaron del grupo, y entre ellos platicaron sobre lo que había pasado.
- ¿Por qué se quedaría callado cuando dijeron lo de los hombres? ¿Sera Gay? - Dijo uno.
- Posiblemente. Pero... Yo daría lo que fuera por acostarme con una chica como la que se le acerco. - Contesto el otro.
- Sabes... Menciono algo de ir al parque con ella. Siendo honestos, sabemos que se acostara con ella. No puede conseguir nada mejor. No puedo creer que deje ir esta oportunidad. Menos con una chica tan atractiva. - Y ambos acordaron seguirlos, para grabarlos, y hacerle una cruel broma a Bruno. Y por consiguiente a Lind.
Lind estaba sentada aun en la silla de biblioteca. Se sentía tranquila, volvió a sacar su libro, y se dispuso a leer en lo que las clases terminaban. Estaba impaciente por volverlo a ver.
Las horas pasaron como un suspiro, Bruno también estaba ansioso por verla, y tenerla entre sus brazos para callarle la boca a sus amigos. Aunque el sexo le asustara un poco.
Lind llego al parque, tan bella como siempre, son su libro en la mano. Se sento de nuevo al pie del árbol donde había visto por primera vez a Bruno. Abrio su libro, y comenzó  a leer de nuevo para esperarlo. Pero el libro no decía de nuevo aquellas sadicas palabras quie explicaban los sangrientos escenarios. No. Ahora decían Bruno Williams no te ama. Por todas partes. Lind entonces arrojo el libro lejos de ella. Y se dio cuenta que en la portada en lugar de estar la foto de la escritora venia una de ella, y que en lugar del vampiro que tenia que estar ahí, estaba de nuevo la imagen de Bruno, y entonces el libro comenzó a sangrar. Lind lo iba a tomar, cuando Bruno lo recogió y se lo entrego con una sonrisa a Lind.
- ¿Por qué lo arrojaste? – Pregunto Bruno. – No te gusto el final ¿Cierto? – Hizo una breve pausa. – A veces a mi tampoco me gustan los finales, y mejor les invento uno yo mismo.
- No es eso, es que a veces, siento como si las cosas me hablaran. – Dijo Lind mientras guardaba su libro en el bolsillo.
- Lo se, a mi me pasa algo parecido con los juegos. Sobre todo cuando me emociono – Y Bruno rió bruscamente. – ¿Vamos a caminar? – Pregunto Bruno.
Lind asintió, y le dio la mano a Bruno, mientras juntos caminaban juntos hablaron sobre ellos. Lind parecía una chica totalmente normal. Bruno nunca imagino que muchas cosas que le decía eran ciertas.
- A veces en la noche escucho voces. – Dijo Lind.
- ¿Tus vecinos son muy ruidosos? – Pregunto Bruno.
- Pues, son un poco gritones, si. – Contesto.
- Sabes, a mi de pequeño… abusaron de mi. – Dijo mientras sus ojos se llenaban de lagrimas. – Abuso un hombre, amigo de mis padres, me dejaron con el, el me cuidaría… pero abuso de mi. No me cuido. – Y abrazo a Lind. – Por eso no me gusta el sexo. Por eso me da miedo. – Le susurro al oído. Lind solo lo escuchaba con los ojos abiertos totalmente. Luego lo abrazo. Y le susurro en el oído. –No te preocupes. Yo te enseñare a que no le temas. – Le beso en la mejilla….
Luego juntos caminaron hacia un estacionamiento, donde estaba el auto de Bruno… Un auto, un poco desgastado y con los vidrios sin polarizar. Bruno le abrió la puerta a Lind y ella se sento, y Bruno condujo hasta un motel a las afueras de la ciudad.
Apago el ruidoso motor, y se quedo inmóvil un momento, miro hacia adelante donde estaba el motel, y leugo miro a lind.
- ¿Estas segura? – Le pregunto bruno.
- Si… - Dijo lind en un tono que no sonaba muy seguro como ella decía.
- Podemos… Encender el auto e ir a otro lugar. – Burno apenas la conocía esa tarde. Sin embargo, ella aseguraba ya conocerlo. Y le daba lastima desmentirla.
Lind, se quito el pesado sueter que traia encima, Dejando ver sus bellos seños, que tenían un lunar bastante atractivo, Una blusa escotada semi abierta… dejaba asomarlo.
Bruno solo miro un momento, luego abrió y cerro su puerta y le abrió a lind,  quein duro unos momentos en salir, debido a que tampoco estaba muy segura. Ambos bajaron y pidieron una habitación al encargado.
El motel se llamaba A gravity place, era un motel barato, bastante sucio, el encargado en el mostrador veía la televisión transmitian doctor house, y se tomaba una cerveza. El mostrador tenia un frasco lleno de condones… Para los huéspedes.
- Me da un cuerto ¿por favor?                         
- Claro… Cuarto 219 – Los anoto en un cuederno reviso la hora, y la anoto, y les tendio las llaves. – Disfruten su estancia – Concluyo.
- Si… gracias. – Bruno tomo las llaves.
- Puedo tomar unos… ¿Condones? – pregunto Lind.
- Son tres dólares cada uno. – Lind tomo tres y pago los nueve dólares. Luego ella y Bruno entraron a la habitacion 219.
Una habitación desaseada y de escasos muebles corrientes… Lind se sento en la cama… Y bruno cerro la puerta con llave. Ambos adolecentes nerviosos. Sin conocer la total verdad el uno del otro, comenzaron a besarse lentamente.
Bruno pasaba sus manos alrededor de la cintura de lind, al tiempo que ella bajaba el cierre del pantalón de el. Y besaba su cuello… y poco a poco bajo a sus senos, donde no avanzaba muy rápido por miedo a la reacción que Lind pudiera tener. Sin embargo, las cosas sucedieron como tenían que suceder. Y al finalizar este acto, ya eran mas de las 12 de la noche.
Bruno dormía, luego de haberse desgastado en su acto. Y lind también, hasta que las voces la despertaron de nuevo. Esas voces chillonas. Diabolicas que le decían cada noche lo mismo de siempre…
- Hazlo… - Susurro el viento…
Lind abrió los ojos demesuradamente, sabia lo que vendría… No quería que ocurriera. – No de nuevo – Susurro.
- Vamos… Toma el cuchillo. Atraviesa tu corazón… - Seguia, esa voz chillona incesante que no se callaba. – Se que eso quieres hacer – Continuaba la voz.
- Dejame en paz! – grito Lind
Bruno se movio, pero volvió a dormir.
- Matalo. – Dijo tajante la voz.
- no. – Contesto Lind.
- Hazlo – Dijo con una voz mas violenta.
- NO! – Contesto de nuevo.
- Termina su sufrimento. Termina su vida… Atraviesa su corazón… - Al parecer se había callado.
Lind creía que todo había terminado. Sin embargo un débil susurro del viento le contesto… - Esto apenas comienza.-
Lind cerro sus ojos… en esos momentos deseaba estar en otro lugar, deseaba en serio dejar de escuchar voces… en ese momento algo se había apoderado de ella. Se levanto. Y vomito en el baño.
Despues de haber expulsado los escasos alimentos que había ingerido hacia unas cuantas horas. Se miro en el espejo del asqueroso baño. Entonces, las orillas oxidadas del desgastado espejo, comenzaron a escurrir sangre. Y en el espejo donde antes estaba su rostro, palido a causa del vomito, ahora se veian las letras escritas con sangre que decían: Matalo Entonces Lind no pudo contenerse mas y grito con todas sus fuerzas… El espejo entonces se rompió, y lind se desmayo.
Al despertar, estaba rodeada de policías, mucha gente a su alrededor, le apuntaba, y su madre lloraba abundantemente, mientras su padre conversaba con un policía.  Lind estaba esposada a una esquina de la cama… Intento soltarse pero por mas que lo intentaba no podía.
Entonces sintió húmedas sus ropas, las escasas ropas que portaba, y al revisarse, se dio cuenta que estaba llena de sangre, un pensamiento le quito el aire, pronto comenzó a jadear, y busco a Bruno con la mirada desde su lugar. No estaba.
Entonces su corazón comenzó a palpitar con fuerza, empezó a sudar, y sus ojos se abrieron desmesuradamente. Al tiempo que gritaba. - ¿Dónde esta bruno? – De su rostro enrojecido, cayeron abundantes lagrimas. Mientras un joven vestido con una bata blanca, y con mirada enternecedora se acerco un poco, y pregunto– ¿No recuerdas nada? – Al ver que ella seguía forcejeando con las esposas, guardo silencio, y agacho la cabeza, luego con voz suave dijo – Bruno esta muerto. –
- No… - Dijo entre sollozos lind. – No puede estar muerto… - Grito. – El me ama! –
- Pero no tiene nada que ver que te ame con que muera. – Trato de calmarla.
- Lo mate ¿cierto? – le miro con sus ojos miel. Ahora llenos de lagrimas. – Igual como mate a la idiota del baño… ¿cierto? –
Entonces todos los policías se acercaron. Y uno, un poco gordo y de bigote poblado dio un paso al frente. - ¿a cual chica? – pregunto
- Una idiota… que me apuraba para usar el espejo. – Contesto lind. – La apuñale con unas tijeras.
- ¿Por qué? – el joven de la bata blanca estaba extrañado que lo dijera sin pensarlo.
- No se… - Contesto Lind fríamente. - ¿he matado a Bruno? – Pregunto con voz inocente.
-¿no recuerdas nada? – Pregunto el joven de la bata.
- Solo… Que grite. Y luego abri los ojos y estaba aquí.
- Has ingerido… -hizo una pausa - ¿Drogas de algún tipo?
- No… - Contesto.
El joven se alejo de ella. – Como es posible que una persona tan inocente, dulce y bella… pueda tener este nivel de enfermedad mental. No quiero creerlo. – Penso.
-¿Quién eres? – Pregunto lind.
- Soy el doctor, Jonh McCarney. Psiquiatra.
- ¿estoy tan loca… que madaron a un psiquiatra?
- No estas loca… Tienes un desajuste emocional y mental. Tu enfermedad tiene solución, si accedes a ir conmigo. Puedes curarte. ¿vendrias conmigo a mi clínica?
Lind guardo silencio, dejo de llorar, y con la mano libre se seco las lagrimas…
- Si me promete que ya no escuchare voces, que las cosas dejaran de sangrar y que podre dormir en la noche… Ire con usted. – Y rompió a llorar de nuevo.
- Te lo prometo. – Contesto el doctor.
Lind, dejo la escuela, e ingreso a la clínica psiquiátrica McCarney, la cual era de las mejores del estado, Sin embargo, Lind no pudo vivir mucho tiempo con la culpa que le antecedía. Y se termino suicidando en su habitación 3 años después del incidente con bruno.
De esta noche que surgió el amor en lind, vino la pequeña semillita de un amor fortuito, el hermoso recuerdo de un amor de adolecentes, vino Lucas. El hijo de Lind y Bruno, de ojos miel, cabello negro y piel color arena, quien después de haber quedado huérfano vive con sus abuelos, los padres de Lind, quienes quedaron en la miseria total debido a los costes de la clínica. Lucas, creció como cualquier niño sano y fuerte. Hasta que llego a la edad de 16 años…
Desde entonces, asegura platicar todas las noches con su madre… Quien solo le dice cinco palabras: amor se escribe con sangre...

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