Verán… Soy un gato como cualquier otro… Y mi nombre es Inny, soy hembra, no piensen mal de mí… Desde que tengo memoria, siempre ha habido disconcordancia sobre mi destino. Cuando nací, recuerdo bastante poco.
Cuando crecí, recuerdo aun menos. Es difícil creer que una gatita tan mimada como llegue a ser, hubiera nacido y crecido en un oscuro callejón rodeada de ratas y otras alimañas sin contar los perros que a veces llegaban ahí para robarse la comida que con mucho esfuerzo lograba conseguir.
En fin… De no haber sido por Jenny, todo habría sido en vano, pues poco antes de morir de una intoxicación –créanme que comer ratas putrefactas, nunca ha sido buena idea a menos que sea la última opción—una persona me recogió y me llevo al veterinario, abandonándome ahí. Luego me abrieron mi pansa, una imagen que me dio tanto miedo, fue la de un humano cosiéndome la herida y luego dejando un brillante hilo azul relucir donde se suponía debía quedar la herida.
Luego de eso, lo demás fue historia, estaba yo metida en una caja de cartón muy dura que tenía unos barrotes, veía a la gente pasar pero cuando parecían que me iban a adoptar… Se alejaban pues el veterinario—el tipo que me hizo la herida y luego la cosió—les decía unas palabras que no entendía—pues en aquel entonces nadie se digno a enseñarme entender humano—y se alejaban con un deje de tristeza.
Espere unos momentos, y ante mi… Apareció ella. Tenía los ojos verdes, o por lo menos eso parecía, el cabello negro que no lograba tocar sus hombros, rebotaba pues sus elásticos rizos se expandían y se contraían al caminar, su sonrisa al verme, su camisa a cuadros azul y sus pantalones blancos. Jamás olvidare la primera vez que vi a Jenny Campbell. Hablo con el veterinario y este se puso a hablar con ella.
¡Aun recuerdo cuanto deseaba que ella se interesase en mí y me llevara con ella! Dado a que las dos éramos un tanto parecidas, pensé que ella podría comprenderme más que las otras personas que se acercaban a mí en un principio – Mis ojos gatunos son verdes, mi pelo es negro de las puntas y blanco de la raíz y bueno, me gustaría decir algo más sobre mí, pero los gatos no tenemos mucho de donde describirnos – ella se veía tierna y dulce, imagine que ella podría darme un hogar, como lo había escuchado de otros gatos en el callejón donde me crie.
Una vida normal al lado de su mascota humana, --o más bien esclavos—que los alimentaban, les hacían mimos, les tenían un baño privado—me imagino siempre una caja llena de tierra donde enterrar nuestros desechos sin tener que andar buscando un lugar especifico como en el callejón, que a veces tenía que dejar mis desechos en un periódico a la vista de todos, ¡Qué pena!—agua, juguetes… una cama calientita, seca en días de lluvia. A veces tenían que soportar ser bañados, pero imagino que es parte de los cuidados, nuestros humanos no querrían que nosotros ensuciáramos nuestras pertenencias.
Entonces, estaba yo perdida en mis fantasías, donde esa chica me cuidaba y me hacia mimos, cuando se acerco a donde estaba, de pronto me vi reflejada en esos ojos verdes—que luego me di cuenta podía cambiarle de color con solo tocárselos y tocar el agua dentro de unos contenedores—y me sonrió con amabilidad. Vi sus labios abrirse y cerrarse diciendo cosas que no entendía, la miraba asustada, pensé que tal vez el doctor la alejaría de mi también y que nunca seria adoptada. Se dio un giro para mirarlo de frente, seguía hablando, yo estaba aterrada, cuando de pronto de nuevo, me miro e hizo una mueca, abrió la pared de barrotes y me tomo en sus cálidos brazos.
De alguna a otra forma reía con suavidad, yo me aferre a sus ropas con mis garras y no me quería soltar. Entonces el veterinario se acerco a mí, me acaricio y finalmente, la chica me llevo a uno de esos que llaman autos, los había visto pasar algunas veces frente al callejón, sin embargo, nunca me moleste en preguntar a los gatos veteranos como se llamaban.
Se metió ahí, donde otros dos humanos la esperaban y comenzamos a movernos, yo estaba asustada… maullaba con terror al mirar a mi alrededor y no reconocer nada…
-- ¿A dónde me llevan? ¿Quién eres? ¿Y mi callejón? – cuestionaba yo, sin lograr ser entendida, ella solo me miraba con esos ojos. ME acercaba a su rostro y debí haberla rasguñado algunas ocasiones.
--Tranquila pequeña, estas a salvo ahora—susurro. Por alguna razón, aunque no lo comprendiera en el momento, su voz tan suave me tranquilizo…
Y fue así… Como Jenny entro en mi vida… Aunque ella a veces lo llame como Inny entro en la suya…
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